sábado, 10 de enero de 2009
El partido que ganaron dos equipos
Aunque las matemáticas, indiscutibles, nos contradigan, un partido de fútbol se lo pueden llevar dos equipos, al menos moralmente. Valencia y Villarreal se hicieron con el derbi del descontrol, de la apoteosis, el del fútbol en mayúsculas. El marcador y este deporte, injusto, castigó a los dos conjuntos con un sólo punto. La actuación de la mayoría de los equipos que empatan partidos, y muchos de los que los ganan, ni se acerca a lo que pasó en Mestalla, escenario de un monumento al fútbol.
Sin discusión, en la capital del Turia se escenificó la mejor obra de lo que llevamos de temporada. Valencia y Villarreal completaron un duelo descontrolado, precioso, que despreció los males que hacen daño al fútbol, los que muchas veces le han convertido en un complejo mecánico en el que sólo importa el fin. Los dos equipos pisaron los inconvenientes y se dedicaron a mirar a la cara a su rival, a dejarse llevar y representar una obra de arte.
El inicio vertiginoso de la película, el Valencia ya ganaba 2-0 a los 10', no era más que un simple aviso. El final, apoteósico e impredecible, le puso la rúbrica a un señor encuentro de dos conjuntos de verdad, de talla. El Villarreal, que llegaba a Mestalla con tres derrotas consecutivas a sus espaldas, recuperó personalidad. Empezó perdiendo 2-0 casi desde vestuarios y tampoco le importó. Confió y encontró un premio corto.
El Valencia demostró que estamos hablando de un equipo con sello propio, con marca. Rocoso, duro y brillante en ataque. Baraja abrió la lata en el primer minuto y Villa puso el 2-0 a los 10'. El 'Guaje' trabajó de autónomo para hacer el segundo. Dejó sentado a Godín y batió a Diego López de zurdazo cruzado.
A la cara
Albelda originó la jugada desde el lateral. El de La Pobla Llarga, un profesional como la copa de un pino, sacó nota en un examen al que nunca tenía pensado presentarse. Albelda hizo de '2' y Mestalla hasta ovacionó sus arreglos. En campo contrario, la varita de Silva y el incordio de Mata y Joaquín por los costados crearon problemas hasta aburrir.
En el otro lado tomaron el mando tras los golpetazos recibidos. El Villarreal cogió el feroz toro rival por los cuernos y le miró a los ojos sin miedo a salir acribillado. Los de Pellegrini mandaron dos balones a los palos, luego lo haría Silva, y remaron en torno al balón. Ibagaza, con libertad de movimientos, guió los destinos de un equipo que, herido, buscó la remontada por el mejor de los caminos.
Fuentes metió al Villarreal en el marcador justo antes del descanso. El argentino, que había sustituido al lesionado Gonzalo (un pedazo de central con mala suerte en los genes), aprovechó un córner para acortar distancias y ofrecer otra tónica al encuentro. Ya en el segundo asalto, al submarino le costó emerger de vestuarios, preparándose para un final digno de manicomio.
El descontrol más preciado
El Valencia fue el que mandó tras la reanudación con Fernandes haciéndose fuerte en la zona ancha. Los de Pellegrini no reaccionaron hasta la entrada de Pires. Al francés no le hizo falta correr para convertirse en el emperador de la cita. Paciente y sobrado de clase, propició el regreso de las operaciones del Villarreal.
Llorente empató el partido por insistencia en una jugada dentro del área. En siete minutos se pasó del 2-1 al 3-3 definitivo. Edu volvió a adelantar a los 'ché' y, suspiros después, Rossi colocó las tablas de penalti. Joaquín, inocente, cometió el error de agarrar a Capdevila que, dentro del área, exageró una falta que, de todos modos, existía.
El descontrol absoluto se instaló de lleno en el desenlace de un partido que cualquiera pudo llevarse, que los dos tenían que haber ganado. Fue el mejor de los empates.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Galeria Fotos AS
Esperando Contenido Widget ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario