
Estrecho e incómodo, pero lindo. Duro y sufrido, pero magistral y para la historia. Y lo mejor, triunfo al fin y al cabo. Resultado que nos permite emparejar la cima de la tabla y nos abre la puerta de los sueños para buscar la supremacía en Kingston.
Porque las señales de triunfo aparecieron temprano en el juego, apenas a los tres minutos con corrida de Carlo Costly y su bomba entre las piernas de Hirschfeld, sólo nula por un fuera de juego de medio cuerpo. Pero se nos venían cosas mejores.
DE LOCOS
El momento mágico llegó a los siete minutos. Un filtro de zurda del Lobo, como sacado de un sombrero de mago, se fue entre dos defensas; Wilson tomó el balón y burló la marca de la defensa canadienses para ceder con el borde externo y el Peri cerró la pinza por el centro, con autoridad y estilo. Todo un derroche de fútbol, ya que esta jugada contó con casi 20 pases antes que el balón se fuera al fondo.
Luego el equipo de la hoja de maple armó una muralla tan infranqueable y sólida como la Muralla China y buscó la estrategia del contraataque como arma mortal.
Así se llegó a los 45 minutos de control hondureño y resistencia canadiense.
Con la tranquilidad de ganar por la mínima diferencia y con el valor agregado de la derrota mexicana contra Jamaica, Honduras jugó el primer capítulo como protagonista estelar del filme, el partido de la clasificación.
Todo el primer tiempo se jugó casi sólo en campo norteamericano, con pausa, manejos de tiempos y sin ceder libertades al contrario. Por eso el primer periodo fue un culto a la autoridad y el aplomo de los nuestros.
UNA DE CAL...
Pero como los juegos sufridos siempre tienen su momento de apremio, en el segundo tiempo, un cabezazo de McKenna dio en el poste y Hainault cogió el rebote y puso el uno a uno muy temprano en el reinicio.
Nos quedamos helados, petrificados y sin reacción, a los 52 de tiempo corrido. Hasta que Costly nos regaló otra de las suyas, a los 61 minutos. Cogió pelota, encaró, apuntó.... y Hisrchfeld nunca llegaría.
“No sé de dónde saqué ese rayo”, diría al final. Y Hirschfeld y Mitchell, seguro que igual pensaron.
La redonda se fue al ángulo, el Metropolitano se volvió un manicomio y en el país estalló la euforia catracha. A los 62 minutos, el Rey Polaco decretó el 2-1 y lo hizo al estilo de un monarca recién coronado.
Y seguimos comandando, continuamos jugando hasta que a los 80, Wilson recibió filtro perfecto, pero definió, o muy apresurado o demasiado confiado.
Después, Friend nos puso los pelos de punta cuando picó balón mediante un cabezazo que dio providencialmente en la rodilla de Bernárdez.
Con los nervios a punto del colapso, las ráfagas de Amado y Wilson, sólo fueron el preámbulo de la joyita de Dani con el caño a Stalteri y su centro magnífico para que Thomas decretara el 3-1 con palomita forzada y valiente.
Se nos vienen 90 minutos de pura guerra en Kingston y con este equipo, la verdad es que sí podemos soñar. Sí podemos llegar...
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